“Yo te bendigo Padre, porque has revelado los secretos de tu Reino a la gente sencilla”
Mt.11,25.
“A los que me diste Padre, salvándoles del mundo,
les he hecho saber Quién eres tú y han hecho caso de tu Palabra”
Juan 17,6
Queridas Hermanas y Hermanos de los ss.cc.
El Sábado 6 de Noviembre a las 4 de la tarde, el Señor vino a buscar a nuestra queridísima Hermana Ursulina Acosta Enríquez, quien se durmió suavemente en los brazos del Padre Celestial, mientras la acompañábamos en sus últimos momentos y fuimos testigos de su paz en el encuentro con el Dios de su vida.
Ursulina Acosta (Zoila Rosa Beatriz Acosta Enríquez) nació en La Paz, Provincia del Carchi-Ecuador el 15 de Enero de 1920 – Fue bautizada el 19 de ese mismo mes. Sus Padres: Amador Acosta y Carmen Enríquez. Ursulina nació y creció en un hogar muy cristiano, caracterizado por la unidad familiar entre 8 hermanos, quienes compartieron su vida y afecto siempre, en medio del trabajo y sencillez de toda su familia. No dejaban de hacer sus viajes desde el Ecuador, para visitar a su Hermanita a quien la querían mucho.
Ingresó a la Congregación de los Sagrados Corazones e inició su postulantado el 10 de Agosto de 1940 y el Noviciado el 29 de Septiembre 1941 en Rumipamba-Quito-Ecuador. Profesó el 24 de Septiembre de 1943 en Quito-Ecuador. Inmediatamente de su Profesión Perpetua, Abril de 1947, recibió la obediencia para prestar sus servicios en la comunidad de Pereira-Colombia que acababa de fundarse, llena de gozo y de sólida fe, acogió esta obediencia como la Voluntad misma del Padre Celestial, y se dispuso inmediatamente a viajar a un país que no conocía, pero tenía la certeza que allí se encontraría con la misma Congregación que amaba: Sagrados Corazones.
Ursulina, prestó muchos servicios en la comunidad, pero especialmente se dedicó a la educación de las niñas de la sección infantil, distinguiéndose por una pedagogía innata, admirable y de gran creatividad, que le permitía expresar su cercanía, bondad, ternura y paciencia hacia todas sus pequeñas alumnas, quienes se le acercaban con mucho cariño y confianza.
Durante 30 años trabajó en la sección infantil, dedicada siempre a su misión de Evangelizar a las pequeñitas, mostrándose muy feliz y con una alegría que se reflejaba en su rostro sonriente siempre. Dichosa Ursulina que pudo realizar el deseo de Jesús que dijo: “Dejad que los niños se acerquen a mí”. Ursulina acercaba hacia Jesús, a sus pequeñas alumnas con una gran sencillez y gozo. Ahora las pequeñas son unas señoras que no cesan de agradecer lo que Ursulina hizo por ellas y bendicen al Señor por haber sido sus alumnas.
Damos gracias al Señor por toda esa vida de nuestra hermana y creemos que ella está feliz cantando al Señor: “Que hermoso es tu santuario Señor… Con todo el corazón canto alegre al Dios de la vida… ¡Qué felices Señor los que en ti confían!” (Sal 84).
Sin embargo, pedimos a nuestras Hermanas y Hermanos de los Sagrados Corazones, orar por ella y celebrar la Eucaristía de acción de gracias por su vida tan plenamente dedicada a la Misión ss.cc.
Edith Pelaez Bedoya ss.cc.
06/11/2010