“Los discípulos de Emaús, por su parte, han recibido el relato de las mujeres que fueron al sepulcro de Jesús y que allí tuvieron una visión de ángeles que les dijeron que Jesús vive. A lo más hay en ellos un sobresalto, sorpresa y desconcierto. Una vez más las palabras de Jesús son claras: “Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas!” (Lc 24,25). Y Jesús mismo les explica nuevamente las Escrituras y abre así el corazón y la inteligencia a su presencia Resucitada.
Estas advertencias de Jesús hacen bien, pues nos dicen que el Dios que anuncia Jesús es un Dios vivo. Para acogerlo hay que disponerse con todos nuestros sentidos e inteligencia y con la confianza de los niños. También nos dicen que el acontecimiento de la resurrección y su impacto transformador en la vida de los discípulos, toma tiempo, hay incomprensión y dureza de corazón que dificultan su acogida. Lo más difícil no es sólo pasar de lo que sabemos a lo que creemos de verdad, sino también más simplemente el paso del no ver al ver”.
Alberto Toutin ssc
31/03/2024