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Entrevista a Sergio Pérez de Arce, Administrador Apostólico de Chillán, Chile (Hnos)

“Me gustaría una Iglesia más reconciliada con las víctimas,
menos cuestionada y más creíble”

 


En septiembre de 2018, Sergio Pérez de Arce sscc asumió el servicio de administrador apostólico de la Diócesis de San Bartolomé de Chillán (Chile).

Un año después, se ha encontrado el pasado19 de septiembre con el Papa Francisco en la residencia de Santa Marta, en la que vive el Obispo de Roma.

Algunos datos sobre la Diócesis de San Bartolomé de Chillán.
La Diócesis de San Bartolomé de Chillán está ubicada 400 Km al sur de Santiago. Coincide prácticamente con la Región de Ñuble, que es una de las 16 Regiones en que se divide Chile. Tiene aproximadamente 460.000 habitantes, con 30 % de población rural y 70% urbana. Chillán es la capital de la Región.
La Diócesis tiene 31 parroquias, varias de ellas con muchas capillas o comunidades, sobre todo en el campo. También hay 6 colegios diocesanos (6.200 alumnos aprox.) y otros 11 Colegios católicos.
Actualmente hay 32 sacerdotes diocesanos, 6 sacerdotes religiosos y 31 diáconos permanentes. Desde el año 2011 hasta ahora hay 12 sacerdotes menos, 8 de ellos suspendidos o dimitidos por abuso de menores u otros escándalos.

¿Cómo ha sido el encuentro con el papa Francisco?
El estilo de Francisco posibilita un encuentro sin formalismos especiales, por lo que ha sido una conversación fraterna y sencilla sobre la Diócesis y la Iglesia en Chile. Ha sido en su despacho en la casa de Santa Marta, donde no hay grandes preámbulos que sitúen al Papa en una esfera de poder. Yo sabía que mi nombramiento había pasado por él, así que era bueno que pudiera darle cuenta.

¿Qué consideras que preocupa más al Papa de la situación actual de la Iglesia chilena?
Creo que en este momento le preocupa el nombramiento de obispos y cómo poner en una acción más decidida y común a un episcopado que ha sufrido un terremoto desde mayo de 2018. Actualmente somos 9 administradores apostólicos y 1 administrador diocesano; 4 de los 10 no somos obispos. Diez sedes vacantes de un total 25 Iglesia locales.
Más allá de los obispos, creo que a Francisco quiere una Iglesia como lo propone en la Evangelii Gaudium: misionera, en salida, en conversión pastoral y madre de corazón abierto. Y una Iglesia que se hace cargo de la crisis ocasionada por los abusos clericales.

Llevas un año de administrador apostólico en la Diócesis, ¿cuál es tu evaluación de este servicio?
Llegué a un lugar del que no conocía nada, apenas había pasado por la ciudad alguna vez. Entonces buena parte de la tarea ha sido conocer, visitar las parroquias, encontrarse con grupos y movimientos, dialogar con los sacerdotes, etc.
En el camino, pudimos renovar con los equipos y luego de una asamblea diocesana, las líneas pastorales, para tener un marco que nos guíe e impulse; y poco a poco vamos buscando implementar algunas iniciativas de formación, de pastoral social, de animación pastoral, etc. También hemos podido reforzar el equipo de gestión que coordina la vida de los colegios.
Una tarea importante ha sido llevar adelante investigaciones previas y procesos penales administrativos relacionados con casos de abuso. Son trámites lentos y cuesta contar con canonistas. En este momento están en desarrollo dos procesos penales, ojalá sean los últimos.
¿Cómo evalúo? Yo estoy tratando de hacer el servicio lo mejor que puedo, con los equipos y recursos que la Diócesis tiene, y confiando en Dios que hagamos un buen camino. Cada uno hará su parte y Dios la suya.

Particularmente, ¿qué ha sido lo que más te ha costado en este período?
Es difícil iniciar un servicio sin conocer a nadie, pero creo que no soy desconfiado con los colaboradores y he encontrado personas bien dispuestas. Aunque tiendo a la autonomía, necesito equipos para una tarea como ésta.
Otra cosa difícil es el manejo de las expectativas, Dado que la Diócesis estaba en una situación de crisis, se espera mucho del jefe nuevo y, a veces, se quiere que resuelva pronto todo y con golpes de autoridad. Se critica el autoritarismo, pero a la vez se quiere que el nuevo responsable despida personas, contrate otras, decida cosas que no son competencia suya. Uno tiene que estar muy centrado para no caer en ese juego y, a la vez, saber soportar las críticas de los que se sienten defraudados.
Y también ha sido extraño el vivir solo, sin la comunidad religiosa. Por ahora no he visto recomendable vivir con otros sacerdotes y tampoco hay muchas posibilidades. Se echa de menos esa comprensión de una misión que se hace desde la comunidad.

¿Cómo es la Iglesia que tú sueñas, Sergio?
Hay un sueño más inmediato, que tiene que ver con la situación de crisis. Me gustaría una Iglesia más reconciliada con las víctimas, menos cuestionada y más creíble. Una Iglesia menos entrampada en el tema de los abusos y con más gozo y despliegue en el testimonio diverso del evangelio. Hoy estamos tristes, contenidos, como atrapados.
En otros sueños, me gustaría una Iglesia que alcanza a todas las generaciones, con niños, jóvenes, adultos y ancianos, una Iglesia de familias. Una Iglesia que logra una mejor conexión del anuncio del evangelio con la cultura actual. Los niños y los jóvenes están hoy lejos de la Iglesia y la cultura en Chile está muy secularizada. Y lo que a mí me motiva es que la personas se encuentren con el Dios de Jesucristo y a partir de allí construyan comunidad.

¿Te gustaría seguir sirviendo a la Iglesia que camina en Chillán?
Desde que asumí este cargo, sé que es un servicio provisorio, con fecha de término. Si me toca a mí o no continuar después, no lo sé, pero lo importante es que la Diócesis tenga en los próximos meses un obispo, porque es un signo sacramental para la Iglesia local. Así lo entiende también el Papa.
Ponerme en la perspectiva de un servicio largo a la Iglesia como lo estoy haciendo ahora no es fácil, porque es un trabajo arduo, que se hace entre limitaciones y tensiones, en nuestro caso lejos de la comunidad religiosa. Pero hay que pensar en el pueblo de Dios, lo importante que es acompañarlo con responsabilidad y espíritu evangélico. Si me toca, allí estaré; si no, la Congregación puede contar conmigo.

 

 

14/10/2019