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CONGREGACIÓN DE LOS SAGRADOS CORAZONES
de JESÚS y de MARÍA
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Entrevista a Osvaldo Aparicio sscc, de la Provincia Ibérica

“Hay que agradecer al P. Hilarión
este importante 
favor de selección de frases
que reflejan 
el pensamiento de los Fundadores”
 

 

Tras la traducción al español de la Vida del Buen Padre de Hilarión Lucas del original en francés, ahora has finalizado la traducción de las Memorias de la Congregación de los Sagrados Corazones del mismo autor. ¿Qué te ha aportado personalmente este nuevo trabajo?

La traducción de las Memorias del P. Hilarión ha vuelto, sobre todo, a sumergirme, en aquellos tiempos nada fáciles social y políticamente en que se plantó y creció la semilla del grano nacido en un granero en la mente de un joven sacerdote lleno de entusiasmo por la “obra de Dios”. Digo “ha vuelto”, ya que hay mucha semejanza entre la Vida del Buen Padre escrita por Hilarión Lucas y sus Memorias de la Congregación. De hecho, en éstas, especialmente al principio pega grandes párrafos tomados de su Vida del Buen Padre.

En las Memorias una vez más se refleja el profundo afecto que no sólo el P. Hilarión sino todos los miembros de la naciente familia profesaban hacia su Buen Padre y su Buena Madre, y también los afectuosos lazos que reinaban entre los miembros de la nueva familia. No en vano el Buen Padre insiste una y otra vez que mantengan el amor mutuo, la paz y la unidad: “Diligite invicem et hoc sufficit. No pierdan nunca de vista que son hermanos e hijos de los Sagrados Corazones de Jesús y de María” (4 abril 1834).

¿Qué es lo que más te ha llamado la atención de estas Memorias de Hilarión?

El P. Hilarión es fiel a su estilo de “corta y pega”. A lo largo de los diez libros en que divide sus Memorias, los acontecimientos que va narrando, los apoya y confirma siempre con citas bien sea de los Fundadores bien sea de escritos, cartas o testimonios de hermanos y, sobre todo, de hermanas. Tengo la impresión de que en algún momento Hilarión pidió a todos los miembros de la Congregación que le enviaran cartas, recuerdos o testimonios sobre los Fundadores. Materiales siempre muy lauda-torios, llenos de admiración y afecto, y que él fue ordenando y utilizando en sus escritos.

Al no ser las Memorias simple exposición narrativa de unos hechos, he de confesar que con frecuencia su traducción, al igual que la de las cartas de Fundador en las que llevo tiempo embarcado, no resulta nada fácil. El lenguaje es coloquial con muchos sobreentendidos familiares y modismos de la época, por lo que en más de una ocasión he tenido que recurrir a “expertos”, como la Madre Jeanne Cadiou sscc, para que me aclarasen el significado.

Indícanos algunos elementos que podemos encontrar en torno a las Fundadores en este libro.

Todos sabemos que los Fundadores no nos dejaron tratados de espiritualidad. El Buen Padre era un gran orador o predicador, pero hablaba de la abundancia del corazón y sus predicaciones no las dejaba plasmadas por escrito, excepto los tan conocidos sermones de sus tiempos de subdiácono y de diácono. Sin embargo, los Fundadores escriben profusamente cartas como queda reflejado en su Correspondencia. Normal-mente son cartas familiares, destinadas sobre todo a resolver los asuntos y problemas domésticos que iban surgiendo; pero, el Buen Padre siempre solía apostillar con alguna reflexión o consejo espiritual, de los que el P. Hilarión se sirve para dejarnos un florilegio de frases escogidas, como, por ejemplo, cuando al final del libro 10º de las Memorias hace un resumen de las virtudes del Rvdmo. P. José María, confirmándolas por medio de citas del Fundador; otro tanto se puede decir del libro 9º que dedica plenamente a la Fundadora.

Hay que agradecer al P. Hilarión este importante favor de selección de frases que reflejan y nos dan a conocer el pensamiento de los Fundadores junto con las diversas Memorias que dirigieron a la Santa Sede para la aprobación de la Congregación.

¿Cómo recomendarías esta lectura a hermanos, hermanas y laicos SSCC?

Las Memorias y demás escritos del tiempo de los Fundadores han de leerse con el mismo afecto con que leemos los recuerdos de las personas queridas y entrañables que, en tiempos muy lejanos de los nuestros, lucharon y dieron todo por llevar adelante la “obra de Dios”. Esa “obra de Dios” que es nuestra familia y a la que marcaron el camino de ser “celadores” del amor de los Sagrados Corazones. Recalco expresa-mente el nombre de “celadores”, aunque hoy día esta palabra esté un tanto desvirtuada, pero que para los Fundadores entrañaba sin duda el profundo sentido que le da el salmo 69 y que el evangelista aplica a Jesús: “El celo de tu casa me devora” (Jn 2, 17).

20/05/2023