Ha fallecido el 10 de enero a Poitiers, Francia, la Hna. Renée, de 95 años de edad. Había entrado al noviciado en 1934 a Paris, y ha hecho su profesión perpetua el 17 de febrero de 1939 a Paris.
Poitiers, 18 de enero de 2009
Queridas Hermanas, Queridos Hermanos,
La Hermana Renée LENOIR nos ha dejado el sábado 10 de enero de 2009, con una gracia especial de dominio de sí misma “Voy a morirme…” dijo dos veces. A la respuesta de Marie-Hélène que la veía sufrir mucho: “Sí, vas a morir !...” Sus ojos se cerraron y dulcemente se fue al encuentro del Bien Amado, de su Señor ! Su rostro se aclaró con una luz interior llena de paz… era la hora del frente a frente.!
La Hermana Renée – Marcelle Lenoir – nació en Havre el 30 de enero de 1914. Entró en la Congregación en 1933 en París. Hizo sus votos temporales en 1936 y parte para la Casa de Mende. Después de sus votos perpetuos en 1939 viene a Poitiers donde vivió sus primeros años de vida religiosa. Luego Laval, Chartres y Rennes serán años de actividad al servicio de los jóvenes y de la comunidad.
Señalamos especialmente los años vividos con las Hermanas Victoria Garnier y Albine Ferret: En la escuela San José de Laval, la Hermana Renée dio lo mejor de si misma en la acogida y en la vida cotidiana con los jóvenes en dificultad! En 1990 en Le Mans es el tiempo de su jubilación... y vendrá luego a continuarla en Poitiers desde el 26 de noviembre de 2003.
Testimonio de la Hermana Jeanne Cadiou :
“La larga vida de Sor Renée ha estado bien llena: se dio entera a los jóvenes y a los niños a quienes amaba mucho, a sus Hermanas en comunidad y sobre todo se dio por amor a Aquel que ella eligió para seguirlo. Su gentileza y bondad eran toda prueba y poseía una prodigiosa memoria de corazón: Sor Renée ha sido un gran tesoro para nuestra familia religiosa. Si el Señor vino a buscarla las primeras vísperas del “Bautismo en el Jordán” es porque él quería decirla una vez más: “Tú eres mi hija amada”.
Testimonio de la Hermana Albina Ferret:
“La Hermana Renée Lenoir: una religiosa llena de sabiduría y devoción.
Sufría hacía tiempo de una aguda sordera, pero tenía los oídos del corazón que la llevaba a estar atenta a las necesidades de las hermanas y de todos aquellos con quienes vivía. Se ingeniaba para ayudar y sostener con discreción y delicadeza, siempre acompañada con su buena sonrisa.
Sor Renée era de salud frágil como consecuencia de muchas operaciones pero sacaba fuerza y alegría de la contemplación de Jesús, dulce y manso de corazón a quien buscó imitar toda su vida. Hoy puede gozar de la clara visión de Aquel que ella sirvió y amó durante su larga vida.”
Alma orante, Sor Renée, gustaba rezar el rosario y con gran ardor participaba cada día en la Eucaristía. Nos deja un testimonio de paz y dulzura. Os la encomendamos a vuestras oraciones fraternales .
María Hélène Granjon, Marie-Sylvie Maurin
10/01/2009