En el atardecer del 21 de mayo, 2008, nuestra querida hermana Gregoria Gracia Roche nos dejó para regresar a la casa del Padre. Durante su larga vida ella le ha esperado siempre con inmenso amor, confianza y paciencia muy especialmente durante sus largos años de enfermedad.
Gregoria había nacido en Azuaga, provincia de Zaragoza el, año 1915 en una familia profundamente cristiana a la que siempre amó entrañablemente y de la que tanto le gustaba hablar con admiración y agradecimiento.
Conoció la Congregación y decidió entrar en ella, atraída sobre todo por la adoración. Hizo su noviciado en Francia, profesó en Saint Servan el 5-8-1940 e hizo sus votos perpetuos en París el 6-8-1946. En Francia transcurrió la mayor parte de su vida. Allí vivió la segunda guerra mundial cuyo recuerdo guardo siempre muy vivo. De manera especial guardaba en su memoria el bombardeo de Rennes así como a las hermanas que allí fallecieron sepultadas bajo los escombros al derrumbarse la capilla mientras ellas hacían la adoración. Le gustaba recordar a las hermanas con quienes había convivido. Recordaba con especial afecto a la comunidad de Laval desde donde regreso a España después de 47 años en aquella provincia.
Los años que ha vivido en España los ha pasado en las comunidades de Romero Girón, Salamanca y El Escorial. Mientras estuvo activa siguió trabajando en la cocina velando siempre con exquisita delicadeza por que cada hermana tuviera lo necesario.
Desde finales de 2005 su salud se deterioró mucho y pasó a la enfermería. Mientras pudo aún valerse por sí misma participo activamente en la vida de la comunidad. Los últimos tres años los ha pasado en silla de ruedas, incapaz de moverse por sí misma, dependiendo de los demás para todo. Hacía cuanto estaba en su mano para no molestar. Pasaba su día rezando. Leía con gran interés el periódico y oraba sin cansarse por el mundo, por la Congregación, por su familia, por su propia comunidad. Agradecía mucho el menos servicio que se le hacia. Le gustaban mucho las visitas que se le hacían pero nunca las exigía ni se quejaba. Se interesaba por todo y por todas.
Desde su cuarto de enferma irradiaba paz y serenidad. Nos deja el recuerdo de una. Hermana que ha comprendido y vivido con gran generosidad y hondura nuestra vocación y misión ss.cc.
Aunque tenemos la inmensa confianza de que Gregoria ha sido ya acogida el seno del Padre, sin embargo la confiamos a vuestras oraciones para que pueda cuanto antes gozar de la felicidad y la paz que no terminan.
La comunidad de El Escorial os lo agradece y queda muy unida. En su nombre os lo dice
María Paloma Aguirre, ss.cc.
San Lorenzo de El Escorial