Ha fallecido el 1 de septiembre de 2009 en Nuland, Holanda, la Hna. Johanna, de 86 años de edad. Había entrado al noviciado en 1951 en Meerssen, Holanda, y ha hecho su profesión perpetua el 11 de febrero de 1956 en Paris, Francia.
Anna Schrijver nació el 7 de abril de 1923 en Raalte. De una familia numerosa era la hija de Antonio Bernardus Schrijver y de Hendrika Gerritdivia Veltmaat.
El 18 de diciembre de 1950 entró en la Congregación de los Sagrados Corazones en Meerssen e hizo su profesión temporal en 1953 y pronunció sus votos perpetuos en París en 1956.
De regreso a Holanda trabajó alrededor de un año en la cocina de la comunidad de Loonbeek. De allí regresó a Meerssen donde se desempeñó en trabajos domésticos. En 1968 fue a trabajar a la Residencia de damas ancianas en Bois-le-Duc y en 1971 trabajó como asalariada en un establecimiento de cuidados médico-social.
La Hermana Anna se mudó en 1985 al Monasterio de Bois-le-Duc donde se dedicó plenamente a tareas de cocina y de quehaceres domésticos. Desde 1996 comenzó con problemas de salud. Se presentó el reumatismo y tuvo que disminuir su actividad.
Sor Anna fue la primera hermana que se mudó al Establecimiento “Saint Josefoord” en Nuland. Cuando se cerró el monasterio de Bois-le-Duc en 2002 la mayoría de las Hermanas de la comunidad se establecieron también en Nuland.
Anna gozó allí de un buen período. Las clases para conducir una silla de ruedas eléctrica fueron un verdadero desafío para ella y cada progreso le producía un gran regocijo. Pero el proceso reumático continuaba su trabajo fatal. La irrigación sanguínea de los pies y piernas no funcionaba como era debido. El último mes, sobre todo, fue muy difícil y doloroso lo que le causó al final la muerte. El 1º de setiembre de 2009 regresó a su Dios y Creador. Fue un paso a lo que ya ella se había preparado seriamente.
Querida Hermana Anna, grande era tu interés con todo lo que pasaba en la Congregación. Eras sensible por la suerte de todos los que te rodeaban, permaneciendo siempre optimista. La alegría era tu especialidad. Nunca una queja, aceptando las deficiencias y desagrados que has debido soportar.
Tu sencillez era ejemplar, confiada enteramente a Dios, dando testimonio de esta confianza a las otras hermanas. No te dabas por vencida fácilmente y has sabido también gozar de pequeños placeres de tu entorno. Te mostrabas interesada por los animales y la naturaleza y tu debilidad eran las vacas. Durante tu vida, has vivido y anunciado el Amor de Dios. No has ocultado cómo amabas a la congregación y no has guardado nada para ti. Has sido un ejemplo para todas nosotras Te agradecemos por ello.
Ahora que has regresado a Dios, te deseamos que vivas en plenitud con Él en eterno gozo. Pensamos en ti con sentimientos de amor y de gratitud sinceros.
01/09/2009