«Al entrar en la Congregación nos comprometemos a iniciar un proceso de formación, crecimiento y renovación que dura toda la vida. Se trata de un proceso de conversión permanente que nos compromete como personas y como comunidad, con la mirada puesta en el seguimiento radical de Cristo conforme a nuestro carisma, en el desarrollo de la misión de la Congregación y en la calidad de su comunión interna.»
(Hermanos, Constituciones 66)
«Somos conscientes de que es el Espíritu Santo quien nos transforma y nos configura según Cristo; nos abrimos a su acción para crecer en la fe y poder cumplir mejor nuestra misión en la Iglesia y para el mundo, según el espíritu de la Congregación.»
(Hermanas, Constituciones 67)